logo
Experiencias de viaje, montaña y mochila.
floren trabajando con su computadora desde traslasierra

Hoy los que trabajamos con Internet como herramienta podemos decidir cuándo y dónde trabajar, en qué proyectos, con quiénes y para quiénes hacerlo. Sin jefes, tiempos y condiciones los tengo que determinar yo. De esta forma, trabajar por cuenta propia requiere conocer tus manías, tus tiempos y tus necesidades para que puedas organizarte y ser efectivo para vos, tus socios y tus clientes.

A dos años de trabajar de manera independiente junté algunas reflexiones respecto al estilo de vida que elegí y a la experiencia concreta de estar sumergida en ese mundo.

Empecé a conocerme un poco más cuando decidí aprender a organizarme siendo «mi propio jefe». Uso parámetros para saber cuán productiva estoy siendo y si estoy haciendo las tareas necesarias para lograr un objetivo. Para organizar mis tiempos me acostumbré a armar listas de prioridades, a calcular horas de trabajo y a percibir cómo me hace sentir un escritorio desorganizado, una sala con mucha gente alrededor o mi propia habitación un día de lluvia.

Floren Ferretto con proyectos de Saltolab

Descubrí que no me gusta del todo trabajar desde casa pero sí me gusta (y prefiero) sentirme como en casa. En ambientes de confianza mis ideas bajan mejor. Entendí que no me gusta pasar la semana entera en mi casa ni me gusta tomar colectivos cargando la computadora para ir a hacer cosas que podría haber hecho en mi habitación en muy poco tiempo.

Los lugares grandes me distraen mientras los lugares chicos me hacen sentir enfocada y acompañada, aunque labure para un cliente que no está ahí y diga dos o tres palabras a los demás en toda la tarde. Si me tomo los últimos veinte minutos de las cinco de la tarde a contestar los mails del tipo «recibido» la cabeza me pesa menos a la noche.

Descubrí también que tenía un montón de cosas que aprender sobre la comunicación interpersonal, la valoración personal y el trato con clientes. Y todo el tiempo aprendo de eso un poco más.

Si lo pienso un poco, me encuentro en medio de una rutina de la no rutina o, mejor dicho, en medio de una rutina que tengo que diseñar todos los días. No tengo escritorio ni horarios fijos y esa situación es la constante. Sí tengo momentos y lugares que prefiero para trabajar. Pero no tengo que estar ahí necesariamente para realizar tareas específicas.

Dejo acá una herramienta que uso cuando tengo muchas cosas para hacer y no tengo muy claro por dónde encarar. Muchas veces trabajé en base a la urgencia. Respondía mails al escuchar la notificación en el celular y eso me cortaba el flujo de trabajo de, por ejemplo, estar diseñando una pantalla o programando una página web. Cortar y volver a empezar con eso lleva un montón de tiempo y esfuerzo para el cerebro. Cuando me di cuenta de eso empecé a priorizar no la urgencia de contestar sino la importancia de terminar tareas importantes.

Uso la escala de impacto vs esfuerzo para visualizar el valor de una tarea antes que su urgencia. Me sirve para planificar oleadas de trabajo y seguir surfeando. El punto está en ver qué tareas son importantes y cuáles son urgentes. Identificar esa diferencia sutil para darles un orden de prioridad.

eje de prioridades que usamos en saltolab

Algunas tienen cierto impacto y requieren de poco esfuerzo, entonces podes encararlas y pasar a otras tareas de mayor impacto y esfuerzo después.

¿Cómo empiezo? Escribo una lista de las tareas que tengo que hacer. Desarmo los ítems de la lista y los vuelco en post-its para que sea más fácil llevar las tareas a la escala, moverlas y pensar bien qué requiere cada una de ellas.

La línea del eje vertical es impacto. La línea del eje horizontal es esfuerzo.

Y entonces dividís el espacio en 4 cuadrantes. Primero te enfocas en el cuadrante que está arriba a la izquierda, donde están las tareas que generan un alto impacto con un esfuerzo moderado. Y a esas las haces ahora. Después seguís por el cuadrante de arriba a la derecha y haces de esas tareas un proyecto. Y te olvidas de las cosas que quedaron en el cuadrante de abajo a la derecha. Esas requieren un montón de esfuerzo para un impacto poco relevante.

Para poner un ejemplo practico, les cuento que esta semana tengo que:

  • Mandar mail al programador para ver si el material que envió el cliente está OK
  • Enviar presupuesto de Estrategia de Contenidos a X
  • Preparar material para la reunión del miércoles
  • Sumar a X al grupo de FB
  • Habilitar las cuentas de ZOOM para consultorías con los participantes del taller
  • Preparar proyecto en Behance de Equipateapp
  • Editar videos de Traslasierra para saltoexplorers
  • Armar la Estrategia de Contenidos de X
  • y un largo etc.

En otro momento veía todo eso y decía: UOU, por dónde empiezo. Mientras pensaba: esta semana chau vida social.

Después de descubrir la Escala de Impacto/Esfuerzo, desarmo esa lista, la visualizo dentro del eje, me calmo un toque y empiezo a abrir y cerrar tareas y a quitarlas del eje a medida que las termino. Sumar a X al grupo de FB no requiere de un esfuerzo grande y tiene un impacto importante para su participación en el taller y la organización general del grupo. Así que será lo primero a resolver por la mañana. Ahora, preparar el proyecto en Behance de Equipateapp probablemente me lleve más de una tarea a la vez, como ser: escribir la descripción del trabajo, preparar piezas con Photoshop, pedir a Lu que arme un par de animaciones con AfterEffecs para mostrar la interacción, etc. Es importante realizar esto a largo plazo pero es de igual dimensión el esfuerzo que requiere. Por lo que convertirlo en proyecto me permite después desarmarlo en tareas que voy a ir haciendo para terminarlo.

El nivel de movimiento y de productividad que te deja como sensación al final del día es muy satisfactorio. Y termina confirmando que aunque nadie haga el trabajo de organizarse por vos, vos podes hacerlo bien y sin morir en el intento.

Quienes llegaron a leer hasta acá, ¿tienen sus propios hábitos para organizarse? Los leemos en los comentarios!

Post a Comment