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Experiencias de viaje, montaña y mochila.
Vista del Cerro Fitz Roy en El Chaltén. Foto tomada por Salto Explorers

Tener conciencia ambiental a la hora de visitar montañas de elevado atractivo turístico es sinónimo de tener cuidado. Nunca fui tan conciente de esto como la vez que viajamos a El Chaltén. Para los que no lo conocen, es un pueblo escondido entre cumbres al lado de la planicie patagónica, en el Parque Nacional Los Glaciares. Ahí, el Cerro Torre y el Monte Fitz Roy son famosos a nivel mundial. El primero es una vista de lujo para especímenes más urbanos y el segundo representa un desafío para escaladores aficionados y montañistas de primer nivel.

Este atractivo erosiona caminos y contamina ríos por motivos obvios: la cantidad de gente que camina ahí es enorme. Si no cuidamos nuestra forma de estar-en, el impacto en el ambiente solo puede hacerse más grande.

Buscar el equilibrio entre disfrutar la montaña y conservarla, o visitar bosques y protegerlos de nuestra propia visita se vuelve una tarea necesaria que, por suerte, se puede naturalizar. Es decir, la podemos convertir en un hábito característico de nuestro paso por las cumbres.  Y que sirva de ejemplo para futuros caminantes.

Como antecedentes existen, desde la década de los 70 en Estados Unidos, algunos documentos educativos de un programa para formar y concientizar a los visitantes de zonas naturales. En 1994 se creó LNT, Inc., una ONG que administraría el programa Leave No Trace (No deje rastro/NDR). La educación de las personas es indispensable para la conservación de áreas naturales.

No deje rastro. Principios: 

1.    Planificá y prepará tu viaje con anticipación
2.   Viaja y acampa en superficies resistentes
3.   Disponé de desperdicios de la manera más apropiada
4.   Respetá la fauna silvestre
5.   Minimizá el impacto de fogatas
6.   Considerá a otros visitantes
7.   Dejá lo que encuentres

Técnicas de mínimo impacto.

Son consejos para no olvidar que sí tiene consecuencia lo que hacemos o lo que dejamos de hacer. Hay movimientos que invitan a “caminar sin dejar huella”. Con pata conciente y cabeza ecológica.

Por ejemplo, cuando estuvimos en Torres del Paine vimos en diferentes partes del parque y hasta en el hostel las reglas “no dejes rastro”.

  1. Planificá y prepará tu viaje con anticipación
  2. Poné la carpa sobre suelos resistentes.
  3. Dejá lo que encuentres.

Son normas de sana convivencia con la naturaleza, esa de la que esperamos tantas cosas. Se trata más de una actitud que de un reglamento.

Hay acciones concretas de conservación que dejan en evidencia cuándo una persona tiene cuidado y cuando a otra no le importa ni tiene conciencia de su propio impacto.

Les dejamos una lista:

1.- Minimizar la cantidad de lo que potencialmente será basura. Llevar la comida en bolsas que sean fáciles de reducir y retornar. Dejar envases o envoltorios voluminosos en la ciudad.  Por ejemplo, si te compraste un cuellito de montaña el mismo día que vas a subir a cumbre, sacale la etiqueta en la ciudad y llevalo en tu mochila sin plásticos y fuera del envoltorio con que te lo hayan dado en el local. Otro ejemplo con la comida: si compraste avena que venía en caja, sacala de todo ese pack de cartón y plástico y lleva solo la cantidad que vas a usar en una bolsita ziploc que después podes lavar y seguir usando cuando vuelvas de la montaña.

2.- Evitar el uso indiscriminado de zonas “vírgenes” y conservar entre todos las “zonas de sacrificio”. Poner la carpa en cualquier lado suena hermoso pero si de repente todos hiciéramos eso (las decenas de miles de caminantes y turistas que visitan un lago) terminaríamos poniendo en juego la conservación del suelo y su vegetación. Las zonas definidas de acampe están pensadas para el uso intensivo y repetido de ellas, de manera que el alrededor se conserve. Ejemplos prácticos: hacé fuego donde ya se hizo una fogata, no armes un lugar de cero. Lo mismo para las carpas: poné la carpa donde otros la hayan puesto antes, no encima de vegetación que no fue compactada por uso previo. Cuando te vayas, dejá el lugar preparado para el próximo que venga. Es decir, por lo menos, limpio y bien marcado.

3.- Cuidar las fuentes de agua. Evitá lavar en ríos y lagos si estás en un camping.  Lavá la ropa con “agua y jabón” solo si es muy necesario. Lo mismo para la “vajilla”. Posta, ¿es necesario llevar al campo todo el pack de cuchillos, tenedores y cucharas que en la ciudad parecen indispensables para invitar a tus amigos a cenar? Es necesario cargar con un plato y un vaso para cada uno? Más allá del peso, pensá que cada vez que lo uses después lo vas a lavar. Y cuanto más tengas que lavar más agua vas a usar. Con Lu, por ejemplo, nos acostumbramos desde el primer viaje a compartir una taza, una cuchara y una olla. Ahorramos agua y carga. Si hay que cortar algo, Lu tiene cortaplumas. Si hacemos sopa, va a la taza. Si hacemos algo más contundente como arroz, cous cous, avena, los fideitos chinos, etc., comemos directamente de la ollita, de a uno o dos tenedores por vez cada una. En vez de vasos cada una tiene su botellita de agua. La dinámica está buena, el momento de la comida es mucho más pausado y evitamos comer rápido. Si comemos en un refugio, también nos da tiempo de charlar con otras personas sin hablar con la boca llena, por ejemplo (?). Se vuelve automático, meto dos o tres tenedores y se la paso a Lu. Lu mete dos o tres tenedores y me la pasa. De a poco lo implemento también en la ciudad. Si la comida siempre formó parte de un ritual humano de encuentro, compartir no solo el momento de estar sentados le da otro valor a la experiencia.

Cuando tengas que lavar ropa o lo que uses para comer, usá productos neutros (jabón blanco), lo mismo si elegís lavarte el pelo (podes viajar con shampoo natural que viene en forma de jabón).

4.- Hacé fogones eco-friendly. Si tan a la moda está esa palabra en la ciudad, el mejor honor que se le puede hacer tiene que ser al momento de armar el fogón. Usá ramas que ya estén tiradas en el suelo, “secas”. De nada te sirve romper las ramas de un árbol porque esa madera está viva todavía. No va a prender rápido ni bien. Tampoco dejes un lugar “pelado” porque la descomposición de la madera también es una fuente de nutrientes para el ambiente. Relacionado al punto dos, reutilizá los espacios en donde se hicieron fogatas antes. Si es un lugar poco visitado quizás sea mejor “disimular” la fogata para que no quede establecido que en ese lugar se puede prender fuego.

Ideal para elegir el lugar: sobre suelo mineral, sin materia orgánica o con la menor cantidad/presencia posible.

Cuando se consuma el fuego asegurate de que haya quedado bien apagado. Cuando lo apagues vos, asegurate de apagarlo bien. La mayoría de los incendios provocados por personas no fueron intencionales. Para apagarlo bien fijate que no haya madera a medio quemar, tirá agua dos o tres o las veces que haga falta y cuando la ceniza blanca esté fría pulverizala y tapá el lugar con tierra.

5.- Si hay una fuente de basura de alto impacto ambiental es el papel higiénico. Y además tiene el poder de hacernos percibir un lugar como sucio y asqueroso. Los desechos humanos se descomponen y lo mejor es facilitarle a la naturaleza ese proceso. Dejando los complejos afuera y el tabú para quienes no se sientan cómodos con el tema, en la naturaleza hay que saber dónde ir a cagar y cómo. La mejor manera es el “hoyo de gato”. Y los papeles y/o toallitas, en especial para las pibas si justo están menstruando, es mejor ponerlas en una bolsa. Si se quiere esa bolsa se puede poner dentro de otra bolsa que vaya dentro de otra bolsa guardada en una bolsa más grande y negra para no ver nada y minimizar el “asquito”. Si parece “asquito” mejor pensemos en el impacto. Hay un lugar hermoso que vas a arruinar dejando eso a la vista o “enterrado” (que después termina a la vista igual) y hay animales que estarían viendo afectado su hábitat. El “sacrificio” que tenemos que hacer es mínimo para tener este cuidado. Como todo el resto de la basura, cuando volves a la ciudad la dejas en los lugares destinados a ella. Estando entre la comodidad que nos da una ciudad nos alejamos mucho de lo más básico del ser humano y nos parece ajeno algo que en realidad nos define como seres vivos. Está bueno estar al aire libre por lo menos para reconectar con eso.

6.- A la basura llevala de vuelta con vos. No la dejes en los lugares de pernocte o refugios para “que se encarguen los refugieros” o no encargue nadie. Porque es responsabilidad tuya. Si hay algo horrible en la montaña es ver un papelito de Beldent enganchado entre las ramitas de un arbusto. Y ni hablar para cuando se ven bolsas enteras de basura colgadas de un árbol cerca de la zona de acampe, como si siempre hubiera estado ahí. O latas de atún aplastadas entre las piedras que hacen al lugar del fogón. Ahorrate ese laburo de pensar cómo “esconderlo”, llevando las cosas que trajiste con vos.

Hay más información sobre LNT en esta página de educación ambiental.

Si conoces otras técnicas o tenes otros consejos, dejalos en los comentarios así esta nota se amplía un poco con el conocimiento de otras personas y sus experiencias en zonas “agrestes”.
2 Comments
  • Claudia Guerrido

    Gracias por cuidar la Patagonia durante tu viaje e incentivar a otras personas que también lo hagan. Saludos de una viajera consciente.

    julio 25, 2018 at 5:31 pm Responder
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