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Experiencias de viaje, montaña y mochila.
Por qué decimos que somos nómades digitales. Imagen de Floren / Saltolab.

Cuando tenía 3 años viajé al sur en la luneta del Fiat *inserte aquí el modelo* rojo de mis viejos. Entonces no existía esa idea generalizada de que el cinturón para algo está. Eran mediados de los 90′ y, más que aires de 1-1, el plan no era «viajemos a Europa» sino una mudanza enorme de la capital del país al culito del mundo.

Lo que mis viejos no imaginaban es que arriba de esas cuatro ruedas a mí me estaban implantando una idea inamovible como ese pedazo de pan que se te queda entre las muelas después de comer. Hablo de la idea de que es factible salir del lugar en el que estoy, si ya no quiero estar ahí.

Las ganas de estar-en-movimiento se hicieron parte de mi cuerpo desde que vi una ruta sinfín como la Nacional N3 rumbo-fin-del-mundo. Las etiquetas no alcanzan para definir a una persona pero pienso que «nómade» sí, me define por lo menos en parte. Fui a 5 jardines y viví en 5 casas distintas durante mis primeros 5 años de vida. Y todo lo que vino desde entonces tuvo esa misma arbitrariedad. Cumplí 6 años en Ushuaia y ahí viví hasta mis 18. En el interín, pasaron tres casas más y 3 colegios distintos. Y todo lo que sigue cumple con ese ritmo que ya me es natural: de los 18 a los 24 viví en 6 departamentos, en 2 ciudades de dos países distintos.

También me gusta una idea de nomadismo más amplia, una que no cuenta necesariamente los kilómetros que recorrí durante X tiempo o si mantengo o no el alquiler de un piso. Una idea de nomadismo que le hable directamente a lo que somos: posibilidades. Una idea de nomadismo que apele a nuestra subjetividad en el viaje que es cualquier vida.

Me autoconcedo el permiso para empezar a hablar de por qué, cual residente digital bordeando lo millenial, hago de mi profesión un laburo que me permite estar en cualquier lado del planeta. Por qué decidí hacerme independiente («ser freelance») y hacer crecer, desde ese rol, mi estudio de Comunicación desde donde sea que haya WiFi.

Puedo hablar de cómo surgió la idea, con qué me enfrento todos los días para ejecutarla, qué caminos aprendí para que salga mejor o no tan mal, o romperla -porque depende del proyecto y de los altibajos en los que uno mismo se enreda. Cómo me las arreglo. Y cómo convive todo eso con mis ganas de salir a patear y patear kilómetros y kilómetros con una mochila como si esa fuera la única forma de obtener aire.

Esta entrada es la introducción a la sección «nomadismo digital». El contenido va a tratar sobre lo que significa vivir pateando el globo mientras hago lugar para explorar la profesión que amo, compartir el camino con Lu y otras personas que quieran sumarse y apoyar las causas que nos interpelan.

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